Salio de la casa y se adentro en la lluvia.
El aguacero iba amainando y la muchacha andaba por el centro de la acera, con la cabeza echada hacia atrás para que las gotas le cayeran en el rostro. Cuando vio a Montag, sonrió:
-¡Hola!
-¿Que haces ahora?- contesto el.
-Sigo loca, la lluvia es agradable, me encanta caminar bajo la lluvia.
-No creo que a mi me guste.
-Quizá si, si lo probara.
-Nunca lo he echo.
Ella se lamió los labios.
-La lluvia incluso tiene buen sabor.
Fahrenheit 451, Ray Bradbury
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